El sábado, Nick llega a la fiesta y ve a sus compañeros jugando en el jardín de María. Cuando lo ven, lo invitan a ser el árbitro de su juego. Aunque Nick sigue sintiéndose triste porque no puede jugar como los demás niños, se alegra de que hayan encontrado un papel que él pueda hacer, incluso con la mano enyesada. Esto lo hace sentirse incluido y un poco más feliz.

Debemos cuidar a las personas a nuestro alrededor y encontrar cosas que todos puedan hacer, sin dejar a nadie atrás.