Te sientes mal por el niño y no te gusta que tus amigos se rían de él. “¿Estás bien?”, le preguntas. No responde, así que le das un golpecito en el hombro. Él te mira y empieza a mover las manos en un lenguaje que no entiendes.
Entonces lo comprendes: es sordo. Por eso no te escuchó antes.
Llamas a una ambulancia. Mientras esperas, le preguntas su nombre y si tiene WhatsApp. Escribe su nombre en tu teléfono: Cristian.
That night, you can’t sleep. You keep thinking about his smile when you helped him. You feel many things—sadness for his pain, disappointment in your friends, but also pride and happiness for doing the right thing.
Esta historia inspiró a muchos niños a aprender lengua de signos y a ver el mundo desde otra perspectiva. Demostró que la amistad y la empatía pueden superar cualquier barrera cuando no juzgamos a los demás.