Pero… ¿qué habría pasado si la maestra no hubiera detenido el acoso? ¿Y si nadie hubiera ayudado a Sarah?
Si eso hubiera pasado, Sarah habría estado sola. Los niños habrían seguido burlándose de ella y llamándola con apodos feos. Se habría sentido triste y apartada. Al final del año, tal vez habría dejado la escuela.
Ese primer día de clases me enseñó algo muy importante: en vez de burlarnos de alguien, debemos intentar entenderlo y ayudarlo. Ser amables puede darle a alguien la confianza que necesita para sentirse parte de un nuevo lugar.