En cuanto se fue, corrimos tras ella y le pedimos perdón. Desde aquel día, los niños no se han burlado de la tartamudez de Nina. De hecho, la ayudamos cada día a mejorar, y poco a poco, su forma de hablar fue mejorando.
Con el tiempo, casi no se notará. Nos sentimos orgullosos porque juntos la estamos ayudando. Nina sonríe más y nos dimos cuenta que tiene la sonrisa más linda que hemos visto nunca.
A veces, solo hace falta un pequeño gesto para hacer sonreír a alguien.