Zara sacude la cabeza.

—Creo que lo haré sola.

Leo la mira.

—¿Estás segura?

—Sí —responde Zara—. Quiero terminarla yo misma.

Leo y los demás niños vuelven a sus dibujos. Zara sigue pintando, pero después de unas pinceladas, su mano empieza a dolerle.

Los otros niños terminan sus pinturas. Se ríen y comparten ideas, pero Zara sigue trabajando sola. Su mano está demasiado cansada para seguir.

Mira las pinturas de los demás: son coloridas y están llenas de detalles divertidos. Luego observa su propio árbol. Solo está pintado a la mitad. Se siente triste.

Tal vez haber dejado que sus amigos la ayudaran habría sido una mejor idea.

Está bien pedir ayuda cuando algo es difícil. Trabajar juntos hace que todo sea mejor y más divertido.