Lily se alejó de sus amigos y regresó a la mesa de Sarah.

—¡Hey, Sarah! ¿Quieres unirte a mí y a mis amigos por el resto del día? —preguntó con una sonrisa.

Los ojos de Sarah se agrandaron de sorpresa y luego sonrió.

—¡Me encantaría! — dijo Sarah.

Mientras caminaban juntas hacia la clase, Lily sintió orgullo y felicidad. Había hecho que su nueva amiga se sintiera bienvenida y aceptada, y eso era lo único que importaba.

La historia de Lily nos muestra el poder de la empatía y la amabilidad. Al pensar en cómo se sentía Sarah, Lily entendió lo aterrador y solitario que puede ser ser nuevo en la escuela. Su decisión de acercarse e incluir a Sarah marcó una gran diferencia en su día.
Recuerda, todos nos sentimos solos a veces. Un simple acto de amistad puede alegrarle el día a alguien. Siendo amables con personas nuevas, podemos crear un mundo más feliz e inclusivo para todos.